¿Se puede contener el universo en un teatro?
Un universo (solo) es un salto al vacío. El vértigo de asomarse a universos íntimos y cósmicos. Abarcar lo inabarcable. Recordar lo que nunca sucederá. Hacer que lo desconocido, lo lejano, lo inalcanzable se filtre en el mundo cotidiano. Viajar al punto tras el que no hay nada, ni vacío.
Y todo ello sin salir de una habitación.
Con el tiempo, con la contaminación, con las prisas, observamos menos las noches estrelladas, sin considerar donde habitamos. En Un Universo (solo) bailaremos con y en las estrellas, jugaremos a mirar a la vez nuestro universo y El Universo, a mirar hacia nuestro lugar en el cosmos. Fernando de Retes, actor y divulgador de astrofísica, nos abrirá una ventana para asomarnos al espacio, para traspasar las fronteras entre teatro y ciencia, para hacernos conscientes de que somos tanto y tan poco como “polvo de estrellas”.
Un universo (solo) es la tercera obra de Cuartoymitad teatro, creada a partir de un laboratorio de investigación actoral realizado con el apoyo de las Ayudas a la Creación del Ayuntamiento de Madrid 2017, ayudas de la Comunidad de Madrid y con residencia técnica en Centro Conde Duque. Una exploración en la que reconciliamos las distintas escalas del universo, la astronómica y la cotidiana, los universos propios y comunes, explorando la memoria y la imaginación a través de juegos con el público. Un espacio escénico que se descompone y recompone a lo largo de la obra permitiéndonos mirar por sus grietas. Un monólogo entretejido con proyecciones de vídeo y de grabaciones de audio en directo, documentos audiovisuales, videomapping, con un cuidado espacio sonoro, música jazz y la poesía del texto autoficcionado.
Duración:
75 minutos
Público:
Joven-adulto
Formato:
Mediano formato
Claves:
Unipersonal, Texto contemporáneo,
Astronomía, Vídeo, Ciencia,
Nuevas tecnologías, Autoficción
Ficha Artística:
Intérprete: Fernando de Retes
Texto: María Prado y Fernando de Retes
Dirección: María Prado y Fernando de Retes
Diseño de escenografía: Lucía de Retes
Diseño de espacio sonoro: Irene Maquieira
Diseño de iluminación y vídeo: Rubén Vejabalbán
Diseño gráfico: Diego Areso
Ilustración de Cartel: Lucía de Retes
Fotografía:David Sagasta Mora
Traducción al inglés (texto y sobretítulos): Sarah Maitland
Producción: Cuartoymitad Teatro
Proyecto realizado con el apoyo del Programa de Ayudas a la Creación Contemporánea del Ayuntamiento de Madrid
Con el apoyo de las Ayudas a la Creación de la Comunidad de Madrid
Desarrollado en la primera Residencia Técnica del Centro Cultural Conde Duque.
Con la colaboración del proyecto Cultura con C de Cosmos del Centro de Astrobiología (CAB/CSIC-INTA)
Con la colaboración de
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¿Cabe el universo en un teatro? Antes de apresurarse a responder, mejor pasarse a ver la obra que Cuartoymitad Teatro acaba de estrenar en la sala Nave 73, en la que nos invitan a saltarnos alegremente las fronteras entre ciencia y dramaturgia. Fernando de Retes, actor y divulgador de astrofísica, se pone al frente de esta producción que trata de poner en conexión lo cotidiano con lo astronómico, o lo que es lo mismo, nuestro universo particular con El Universo en mayúsculas. Una forma de intentar comprender cuál es nuestro lugar en el cosmos.
(…) una obra de gran calidad que muestra un teatro que hiere, que abre heridas y recuerdos, sin anestesia pero de la forma más bella que se puede imaginar.
Recuperar las formas del buen teatro de antaño, con las reivindicaciones de la existencia del ser humano en un mundo en el que lo que más importa son las nuevas tecnologías y las prisas (una especie de 1984 de Orwell aunque más terrorífico si cabe), junto a las novedades del presente forman el equipaje de este viaje que busca remover conciencias y dar importancia a las cosas que lo merecen.
“Un universo” de María y Fernando, también es una historia de amor por la vida, por los recuerdos, por la soledad y por la pequeñez del hombre y la mujer en la inmensidad del cosmos. Es la historia de las muchas historias que forman al ser cósmico, inmerso en un multiverso.
Un recorrido emocional a través de esa masa inmensa y negra, tan desconocida como atrayente, que es el cosmos. Pero también, y al tiempo, a un viaje íntimo través del ser humano, a través de todos y cada uno de nosotros (…)
Un fabuloso Fernando de Retes es, además, el único actor sobre el escenario. Su viaje no es afectado, impostado, irreal, sino todo lo contrario. Sorprende un hombre al que no vemos con la frecuencia que debiera sobre las tablas, que es capaz de meterse en el bolsillo (metafóricamente hablando, claro está) a todo el público de la sala, haciéndole no solo cómplice, sino coprotagonista de esa historia tan íntima, tan cotidiana y tan universal y fascinante a la vez. Astrofísica y vida, espacio vacío y espacio infinito metidos en una habitación de un joven que recuerda su adolescencia y su niñez y las relaciona consigo mismo y con todo lo que le rodea. En el fondo, con lo que nos envuelve a todos…
(…) uno de esos montajes que merecen un recorrido muchísimo más largo e intenso para que sean muchos, muchísimos más, los espectadores que puedan disfrutar de esta joyita teatral. ¡Atento!, ¡atenta…!, porque no debes dejar de verlo…»
Fernando de Retes y Maria Prado se desmarcan y crean un lenguaje propio y único que les hace diferentes. Son artesanos de la escena construyendo mediante la imagen y la palabra un viaje arriesgado a lo preciso de lo que no se puede precisar. Fernando de Retes es el guía, es el astronauta de Bowie, es Starman, es un chamán de las estrellas que nos invita a transitar por una vida entre la ficción y la realidad. Una vida que es la suya y es, en cierto modo, la de todos los que le acompañamos. La obra tiene momentos que se quedan grabados en la retina, que se te agarran dentro y están ahí rondando semanas después de ver la función: La vuelta a la habitación de infancia, el mecano y el recuerdo del abuelo, la relación mágica que se establece entre los dos creadores en escena, el universo infinito siempre presente en la mirada del actor… momentos levantados desde una verdad escénica tan bestial que el espectador se queda sin palabras, con los ojos humedecidos y con el alma un poquito más viva. En una época dónde la gran mayoría de las obras de teatro siguen unos parámetros similares, dónde el riesgo de las propuestas brilla por su ausencia, dónde los propios creadores somos los primeros que nos ponemos filtros y nos censuramos para que nuestra obra sea más “comercial”, se levantan estos artesanos del teatro y nos regalan este viaje. Y les decimos gracias con la boca bien grande y las palabras bien surcadas, gracias por apostar por vuestra esencia, por la valentía de embarcarse en proyectos arriesgados y personales, por hacer que podamos descubrir el universo en nosotros mismos.
Uno de los aspectos más interesantes de la obra (y hay varios) está en el texto de la propuesta, científico pero lo justo, didáctico, poético, irónico, filosófico, sincero, etc., una mezcla transdisciplinar que se deja ver igualmente en la puesta en escena. Diálogos agudos, juegos de palabras, expresiones con las que jugar, humor, recuerdos pasados y futuros, memoria, etc., pero manteniendo, en gran parte de la propuesta, un fondo de nostalgia al explorar temas como la existencia, la niñez, la vulnerabilidad del ser humano, la asunción de nuestra mortalidad, la inexorable necesidad de madurar, los límites de nuestro universo, los límites del universo exterior… (…)
En cada momento, cambiamos de dimensión, de espacio y de tiempo, los espacios grandes se convierten en pequeños, en habitaciones donde ni siquiera puedes meter la cabeza, los espacios pequeños en grandes y todo ello, gracias a proyecciones de video y de audio, algunas pregrabadas y otras en riguroso directo, videomapping, leds, ordenadores, proyectores, maquetas, etc., combinando lo tradicional y lo moderno, pero sin que nada de ello sea arbitrario, todo tiene su sentido y su justificación en la exploración de los universos propios, los más Intimos y personales, los más nostálgicos, los que nos unen a nuestra niñez y nos convierten en lo que somos, los universos de la memoria, etc., pero también los universos comunes como las imágenes de series de dibujos que compartieron algunas generaciones frente al televisor, objetos representativos de una época, e incluso los universos paralelos. (…)
Una propuesta que se atreve con todo.
Fernando de Retes es un niño grande volando en una alfombra mágica. Sobre un escenario salpicado de juguetes de la infancia y con la ayuda de dos ordenadores, una micro cámara y un radiocaset, nos invita a un viaje por el tiempo y por el espacio. Un viaje en el que hay humor, nostalgia, cosmogonía y música. No podemos desvelar el final, tampoco el principio, lo que sí podemos es invitaros a que saltéis al vacío con “Un universo (solo)”, porque de otra forma nunca tendréis la sensación de abrazar lo inabarcable
Toda una experiencia, un teatro intimista que nos hace viajar por los universos grandes y los pequeños. En la pieza podemos disfrutar de las mejores canciones de jazz, de una autoficción llena de recuerdos, de nomenclaturas y conceptos astrofísicos y de reflexiones maravillosas sobre la escala y nuestra posición en lo infinito. (…)
Mención especial merecen tanto la creación del espacio escénico como el sonoro, el uso inteligente de las nuevas tecnologías dentro del espectáculo, las proyecciones, el ritmo y la inclusión del público dentro del espectáculo. Fernando de Retes consigue en un monólogo de una hora y media aproximadamente transportarnos por un viajes de sensaciones, de emociones cotidianas y de galaxias cercanas y lejanas. (…)
Desde la pregunta por la posibilidad de contener el universo en un teatro hay un juego desde la infancia, los recuerdos, las sensaciones más primarias, el amor, la pregunta por la existencia y otras cuestiones que se despliegan ante el espectador con una ejecución perfecta.
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